La pandemia y la suspensión de shows para prevenir conglomeración de personas deja al descubierto la precariedad en la que trabajamos las personas músicas, técnicas y toda la cadena de valor de la industria músical. También el circuito de pequeña y mediana capacidad se ve afectado ya que hay menos afluencia de público y el riesgo de propagar la enfermedad es igualmente alto.
A muchas de las personas que nos dedicamos a la música no nos queda demasiado resto para aguantar la crisis económica que también nos afecta, al igual que a los grandes sectores de trabajadorxs precarizadxs de argentina, porque eso somos, precarizades. Porque más allá de que muchas amamos lo que hacemos, no deja de ser nuestro sustento vital para afrontar la alimentación, la vivienda e incluso la atención de salud.
Muchas personas músicas compartimos el mismo destino que miles de precarizadas, no sabemos cómo vamos a poder pasar ésta crisis sanitaria y el indefectible agravamiento de las condiciones económicas que provocará ya que no podemos salir a trabajar.
Muchas ni siquiera pueden pagar el monotributo para acceder a una obra social y terminaran colapsando la salud pública. Se entiende que la suspensión de shows (no piensen en los grandes, sino en las miles de presentaciones musicales pequeñas, de subsistencia) son medidas urgentes y necesarias para evitar el colapso del sistema sanitario, pero quizá sea un buen momento para evidenciar lo que parece no verse desde abajo de los escenarios: la precariedad en la que viven miles de personas que trabajamos de la música.
mientras tanto, las grandes cadenas internacionales de las industrias culturales (Spotify, YouTube, Deezer, etc) seguirán o aumentarán sus niveles de facturación gracias al consumo por streaming.